Anoche,
ahorita mejor dicho, iba por el Malecón en un carro blanco con mi papá (con
quien no me hablaba desde hace tiempo).
Él iba en el asiento del conductor y yo a su lado en el del pasajero delantero.
No era ni su jeepeta actual ni su carro anterior, era simplemente un carro
blanco, redondo, tipo Toyota Corolla o Chevrolet (no me fijé bien), más o menos
así como el de mami o el de tía Edith o tía Arelis. ¿De dónde lo sacó? No sé,
pregúntenselo a él.
Lo
extraño es que la íbamos pasando bien, charlando él y yo, acerca de la vida y
la gente, lugares en que habíamos estado y esas cosas. Tal como cuando
hablábamos antes, cuando era niña y estaba ciega y pendeja, cuando éramos
amigos y pasábamos buenos ratos, así.
Veníamos
de camino a casa por el malecón. No sé qué pasó, no sé de qué me perdí, pero de
pronto papi dobló por la calle que está entre Aduanas y el monumento a Fray
Antón de Montesinos y antes de que pudiera voltear a preguntarle por qué había
cambiado la ruta vi una nube de humo blanco frente a mí.
Me
estaba ahogado. Estaba tosiendo, estaba débil. Me di cuenta de que ese humo
salía del carro y que muy pronto iba a explotar. No veía a papi, no veía nada. Traté
de salir pero no me podía mover, mis brazos, quería levantarlos para abrir la
puerta, pero no respondían.
Entonces
me acordé de Sasuke cuando en pleno examen chunnin se quedó inmóvil y se clavó
una kunai en la rodilla para que su cuerpo respondiera, aún fuera al dolor y
así pudo escapar. Pensé que eso debía hacer. Traté, lo intenté, pero mis brazos
y piernas no se movían.
Estaba
mareada ya, había respirado mucho humo. No sabía qué hacer, traté de llamar a
papi pero ya ni voz me salía. Estaba asustada, solo pensaba “¡no quiero morir!,
¡no quiero morir!”. Traté de mantenerme consciente pero ya mis ojos se
cerraban, estaba casi desmayada, sola, asustada y el carro en cualquier segundo
iba a explotar. Yo solo pensaba “Dios mío no quiero morir” pero mis fuerzas se
acababan, ya había resistido demasiado, ya no podía más, mis ojos se cerraba,
se cerraron…
Y
¡Puff! Desperté. Todo fue un sueño. Volví a la vida justo en el momento en el
que en mi sueño morí. Y no sé, fue tan real, estuve en mi propia muerte.
Este
sueño… ¿Qué significará? ¿Qué querrá decirme el subconsciente? ¿Será que debo
perdonar a papi y dejarlo se cuernero, violento y abusivo y permanecer mansa y
pendeja otra vez? ¡Jajajajajajajajajajaja! No, mejor no. O quizás… ¿será un aviso
de que debo cuidarme, de que mi muerte se acerca? Después de todo él se
desapareció, me dejó sola, no pudo salvarme.
He
quedado muy intrigada. ¿Y si en verdad hubiese muerto?