sábado, 29 de abril de 2017

Cuando me haces perder el tiempo

No te vas. No te sales. No entendí que sos de los que llegan para quedarse; no avisaste que te ibas a quedar. Ni siquiera que  pasarías adelante. Sin permiso, pero con las caricias más suaves y los labios más dulces que nunca han besado los míos. Y que yo no sé parar.

No lo sabes, pero cada día te pienso y te ansío un poquito más. No soporto pensar que me iré y ya no volveré a verte, que una vez más no pasará nada. Que ya no volveré a saber de ti, a pesar de haberte querido tanto, de quererte tanto aún.  Que aunque te quiero muchísimo este amor me lo voy a quedar para mí. Que todo lo maravilloso que quiero darte no lo conocerás jamás, todo lo que pudimos ser… ¿Qué acaso no ves que haríamos la pareja perfecta?

Después de tanto afecto demostrado me niego a creer que hay alguien más a quien quieres en serio. No te creo. No lo creo. Busco pistas para sentir que soy especial. ¿Ridícula no? Porque no me gusta querer a medias. A mí me gusta que me quieran con todo. Pero te quiero a ti. No quiero pensar que fallé por no luchar, pero es que luchar no se siente correcto, y no podría perdonarme a mí misma.

Y sé que debo aceptarlo y dejarte ir, pero no puedo hacerlo viéndote casi a diario. El día que intento ser más distante extraño tus abrazos mil. Sigo ilusa pensando que algún día te darás cuenta y darás un paso adelante. Y te me vas. Y me siento pequeña.

Y otra vez vuelvo a preguntarme por qué siempre Jotas, por qué siempre tarde, por qué siempre la vida me jode la existencia. Pero mejor no me lo sigo preguntando, porque no voy a tener respuesta. Soy el objeto sobre el que recae la acción del verbo. Soy el sujeto que no puede controlar la acción.