Odio al mundo. Odio a mis padres y a mi hermano, hasta a mi mejor amiga. Los odio a todos. Solo me usan. Cada vez que tengo un sueño o proyecto nuevo se burlan, nunca me apoyan. Nunca están ahí para mí.
Tres personas conducen en mi casa y tuve que
buscar a alguien de fuera que me enseñara, porque NADIE SE MOLESTÓ EN HACERLO. Mi
ropa en una maleta y mis zapatos en una esquina; ya ni siquiera tengo
habitación. He pasado las de Caín por no tener una computadora, y ahora a mi
hermano le van a comprar otro celular. Estoy como sobrando aquí…
Mami es una incompetente que se deja manipular y no acepta que aprendí a conducir sin esfuerzo y mucho mejor que ella.
Papi es un cero a la izquierda, se ha desentendido de todo en casa porque cree
que ya somos grandes. Mi hermano es un egoísta que solo quiere darse lujos; le
importa un pepino joder a otros si él está bien.
Y a veces quisiera escaparme de aquí, irme lejos,
empezar de nuevo, cambiar hasta de familia. Porque no entiendo porqué siempre
todo tiene que ser tan difícil. No es justo. Cada vez que quiero dar un paso
vienen a quemar mis pies. Cortan mis alas. Es horrible tener una familia
disfuncional. Y si no puedo contar con mi familia, ¿entonces con quién contaré
en la vida?
Quiero un perrito. Un animalito al que pueda
abrazar y que esté ahí para mí cuando nadie más lo esté. Después de todo no hay
nadie más fiel. Los perritos nunca fallan.